Ser responsable del riesgo en una organización es un rol que no pasa desapercibido. Donde se debe garantizar que lo que se construye tenga cimientos firmes, trasparentes y confiables, por eso, más que presión, lo que manejas es una responsabilidad estratégica. Lo que implica, un enorme potencial de liderazgo, transformación y aprendizaje.
Aquí te compartimos algunas ideas que hemos aprendido conversando con responsables de riesgo que han hecho de esta presión una ventaja estratégica.
5 tips para afrontar la presión del riesgo exitosamente
- Redefine la presión como responsabilidad compartida
Uno de los mayores errores es creer que el riesgo recae únicamente en tu escritorio. Si bien lideras la gestión, el riesgo no es tuyo, es de todos. Tu tarea es generar una cultura donde cada área entienda cuál es su rol en la gestión del riesgo, desde quien aprueba una factura hasta quien diseña la estrategia. Convierte la presión en colaboración: no tienes que cargar con todo, pero sí debes guiar el camino.
¿Cómo hacerlo?
Promueve conversaciones en las que el riesgo no sea visto como una “barrera” sino como un habilitador del negocio. Los responsables de proyectos deben sentir que el equipo de riesgo les ayuda a avanzar con criterio, no a frenar por protocolo.
- Enfócate en lo que puedes controlar, pero conoce lo que no
Parte de la presión viene de querer tener todas las respuestas. No es necesario. Lo esencial es tener una capacidad bien entrenada para identificar señales débiles, anticiparte a escenarios y actuar con datos, no con suposiciones.
¿Un consejo práctico?
Crea tableros de riesgo con indicadores simples y accionables. No caigas en el exceso de métricas. Prioriza. Si tienes visibilidad clara de 5 o 6 riesgos críticos con su respectiva evolución, estás mejor preparado que quien tiene una matriz de 100 variables, pero no puede explicarlas sin abrir un Excel.
- Respira fuera del Excel: construye criterio
El juicio profesional pesa más de lo que parece. No todo se trata de modelos. Tienes que entrenar el criterio: leer entre líneas, entender cómo se mueve tu sector, saber qué le preocupa a la junta directiva, o qué podría disparar una crisis reputacional que aún no figura en ningún mapa de calor.
¿Cómo desarrollar ese criterio?
Escucha activamente a quienes no piensan como tú. Conversa con áreas comerciales, con tecnología, con comunicaciones. Entiende sus riesgos desde su lógica. Así puedes anticiparte a los eventos transversales que no se ven venir desde una sola disciplina.
- Documenta, pero no te pierdas en el papeleo
Sí, debes tener políticas, reportes y trazabilidad. Pero si eso se convierte en el centro de tu trabajo, terminas siendo un gestor de documentos, no de riesgos. El papel (o el PDF) no reemplaza la capacidad de influencia.
Consejo útil:
Documenta lo suficiente para proteger a la organización y para que otros comprendan el proceso. Pero dedica más tiempo a influir, a explicar, a mostrar con ejemplos por qué una decisión con enfoque de riesgo es mejor a largo plazo.
- Cuida tu energía: liderar el riesgo requiere claridad mental
Lidiar con múltiples frentes, reuniones, solicitudes urgentes y evaluaciones de impacto puede agotar a cualquiera. Y cuando el agotamiento aparece, la capacidad de análisis, la empatía y el criterio se ven afectadas.
Consejos para lograrlo:
- Define rituales diarios para ordenar tu jornada: espacio para pensar, analizar, conversar y tomar decisiones.
- Prioriza. No todos los riesgos requieren el mismo nivel de atención.
- Confía en tu equipo y distribuye la carga con claridad de roles.
- Tómate pausas: el mejor juicio aparece cuando hay espacio mental.
Una forma poderosa de liberar presión es hablar con personas que entienden tus desafíos. En muchos sectores, hay redes de profesionales que comparten buenas prácticas, dudas, tendencias y herramientas. Aprovecha las herramientas gratuitas como webinars, videos, artículos, entre otros. Participar en estas conversaciones aporta conocimiento, perspectiva y te mantienen actualizado.
Ser responsable del riesgo es una posición de liderazgo que, bien gestionada, permite ver más allá de lo evidente, anticipar escenarios, habilitar el crecimiento de forma segura y aportar valor real. No se trata de evitar errores, sino de crear condiciones para que la organización avance con confianza y solidez. Quien lidera el riesgo se convierte en un referente estratégico, capaz de conectar lo operativo con lo estructural y lo urgente con lo importante.